“Llegado al límite del vacío, firmemente anclado en la quietud; mientras diez mil seres nacen de un solo impulso, me dedico a contemplar el regreso…conocerlo constante procura el acceso a lo infinito, lo infinito a lo universal, lo universal a la realeza, la realeza al cielo, el cielo a la vía, la vía que permanece, y la muerte nada puede en mi contra.” Laozi.
Se advierte una preocupación por la duración. Para él la duración implica la adhesión a la vía; permanecer para vivir, vivir sin morir, o también morir sin desfallecer.
Si la vida humana es un trayecto en el tiempo, es preciso realizar en el transcurso de ese trayecto lo que él llama regreso. El regreso no es considerado como una etapa sólo “posterior”; es simultáneo al trayecto, un elemento constitutivo del tiempo. En el desarrollo lineal del tiempo, el vacío, cada vez que interviene, introduce el movimiento circular que enlaza al sujeto en el espacio originario. En la medida que el tiempo vivo no es más que una actualización del espacio vital, el vacío constituye una suerte de regulador que transforma cada etapa de la vida en un espacio animado por los alientos vitales, condición indispensable para preservar la oportunidad de una verdadera plenitud. Así es el pensamiento taoísta en torno al problema esencial del tiempo y del espacio.
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Dice Chillida: “ Yo me paso la vida buscando en mi estudio – mi lugar favorito- para intentar aproximarme a lo que desconozco. Ahí me he dado cuenta de que existe el tiempo en mi escultura. Existe una versión. Que no es una versión temporal corriente. Es la de un hermano del tiempo: El espacio. El espacio es un hermano del tiempo. Son dos conceptos absolutamente paralelos y similares. Y como yo estoy muy condicionado por el espacio, he estado siempre muy interesado por el tiempo. De hecho mi tiempo es muy lento, pero ese tiempo es el del reloj, que es el que a mi no me interesa. Me interesa el tiempo que es armonía, es ritmo, son medidas.
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Confucio y Laozi proponen, en lo tocante a la manera que el hombre debe vivir el espacio-tiempo, el vacío favorece la transmutación entre espacio y tiempo. El vacío introduce la discontinuidad en el despliegue temporal y reinvierte de algún modo la cualidad del espacio en el tiempo. Este cambio cualitativo del tiempo en espacio vuelve al hombre capaz de interiorizar.
El vacío entonces entraña interiorización y totalización.